¿Por qué no crece tu negocio si trabajas tanto?: 6 dolores comunes de emprendedores (y cómo aliviarlos sin fórmulas mágicas)

Cuando trabajé con Paulina, una emprendedora de Viña del Mar, dueña de una cafetería, en un programa personalizado de acompañamiento a emprendedores, recuerdo que ella acostumbraba a decir “hay que dormir rapidito” esto porque siempre estaba apurada, se levantaba más temprano que el sol. Acostumbraba a desayunar de pie, respondía mensajes mientras preparaba las colaciones y, antes del primer café, ya había hecho dos entregas y peleado con la impresora.
Paulina era impresionante, trabajaba todo el día, todos los días. Pero algo no cuadraba…

Las ventas no despegaban.
La plata desaparecía como por arte de magia.
Y su negocio, más que empresa, parecía un circo pobre donde ella era malabarista, trapecista, y a veces hasta el payaso.

Si te suena familiar, no estás solo. Esa historia la he escuchado muchas veces (y aunque no lo creas, también la viví). Por eso, en este artículo te quiero compartir los dolores más comunes de los emprendedores de verdad —de esos que están en la cancha, no mirando desde un Excel bonito— y lo mejor: con ideas simples, prácticas y aplicables para que dejes de sobrevivir y empieces a avanzar.

 

1. El dolor de vender poco (aunque das lo mejor de ti)

Muchas veces no es que no se venda nada… es que no se vende lo suficiente para crecer. Trabajas duro, pero las cifras no alcanzan para cubrir todo y sentirte tranquilo. A veces ni sabes cuánto deberías vender para que esto funcione.

 ¿Y qué puedo hacer? Calcular tu punto de equilibrio. No es difícil, solo necesitas saber tus costos fijos, tus márgenes y cuánto necesitas generar para no perder plata. Te prometo: una vez que lo ves claro, ¡deja de doler tanto!

 

2. El famoso “no sé cuánto gano”

Este es como el “dolor fantasma”. Sientes que algo no cuadra, pero no sabes bien qué es. Ganas, pero no sabes cuánto. Gastas, pero no registras. Y cuando te preguntas si el negocio está siendo rentable… te rascas la cabeza.

¿Y qué puedo hacer? Una planilla simple de ingresos y egresos. No necesitas software de millones. Solo necesitas anotar, revisar y tomar decisiones con eso. (No te preocupes, no estás solo: casi todos los emprendedores empiezan así).

3. ¿Y el stock? Bien, gracias…

“Yo sé más o menos lo que tengo” es una frase que he escuchado más veces que “te transfiero al tiro”. Pero ese “más o menos” termina en plata perdida: productos vencidos, insumos que se repiten, oportunidades de venta que no se concretan porque no tenías stock.

¿Y qué puedo hacer? Un control básico de inventario. Basta una tabla donde veas qué tienes, cuánto vale y qué tan rápido rota. Si ya tienes muchos productos, vale la pena pensar en pasar a algo más robusto, pero primero: ¡empecemos por saber qué hay!

4. El tiempo no te alcanza (porque lo haces TODO tú)

Este es un dolor físico y emocional. Haces de todo: vendes, compras, atiendes, cobras, posteas en Instagram, lavas las tazas… y claro, terminas el día agotado y sin espacio para hacer crecer el negocio.

¿Y qué puedo hacer? Delegar. Y antes de que digas “¡pero si no tengo equipo!”, te cuento: se puede delegar sin contratar. Puedes pedir ayuda puntual, automatizar tareas pequeñas, usar procesos simples para que otros te apoyen en lo básico (como copiar una pauta de empaque, por ejemplo).

5. ¿Cómo fijar precios sin lanzar una moneda al aire?

Muchos emprendedores me dicen: “No sé si estoy cobrando bien”. El precio lo sacaron “viendo lo que cobra la competencia” o “lo que me parece justo”. Pero si no calculas tus costos y tus márgenes, podrías estar vendiendo para perder.

¿Y qué puedo hacer? Conocer bien tus márgenes, tus costos reales, y definir descuentos con cabeza (y no con culpa). Porque regalar no es estrategia.

6. El caos de no tener orden

Lo más difícil a veces es ver con claridad el estado del negocio. No sabes si vas bien o mal. Si puedes invertir o no. Si estás vendiendo más o menos que el mes pasado. Y eso agota.

¿Y qué puedo hacer? Tener un sistema mínimo de orden. No me refiero a un ERP caro, sino a un orden mínimo viable: una tabla para mirar tus ingresos, egresos, productos, ventas. Una rutina semanal de revisión. Nada glamoroso, pero ¡muy efectivo!

¿Sabes? No, no eres el único

Este no es un post para darte más culpa. Al contrario: todos hemos pasado por ahí. Lo importante es no quedarse pegado. Y lo mejor de todo es que no necesitas ser contador, experto en Excel o contratar un gerente para mejorar.

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