Nuestro cerebro nos boicotea

¡Hola, espero que se encuentren muy bien!

¿Les ha ocurrido que han intentado realizar cambios importantes en determinados hábitos que desean cambiar o erradicar, o resultados que desean mejorar?

Normalmente estos intentos quedan en eso… intentos… buenas intenciones.

Quiero compartir con Uds. un hecho que, de manera permanente, aprecio en mi trabajo como coach a través del cual felizmente he tenido la posibilidad de guiar y apoyar a personas de diferentes áreas, profesiones e intereses. Este hecho dice relación con un elemento que cautiva el interés y genera la reflexión de mis clientes: Cómo el cerebro realiza el proceso de decisión a lo largo de cada día.

Cuando mis clientes me plantean que quieren hacer cambios en su vida, ya sea en el ámbito personal, laboral, económico o familiar, resulta clave que tomen conciencia acerca de cómo surgen las decisiones que adoptamos día a día y en cómo interviene su propio cerebro en esto. Es justo aquí cuando comienzan una interesante ruta de aprendizaje acerca de este espectacular órgano y su funcionamiento. Esto es parte del proceso de Neurocoaching que realizo.

En esta ruta de aprendizaje y práctica, ellos descubren cómo la heurística cerebral se presenta de manera automática en la mayor parte de las acciones que llevan a cabo en su día a día. Esto da forma al sistema de pensamiento 1, que acertadamente planteó Daniel Kahneman en su libro Pensar rápido, pensar despacio. En palabras simples son procesos automáticos que tienen lugar en segundo plano de forma inconsciente y que implican menos esfuerzo, es decir, no requieren mucha actividad mental

La heurística es un proceso mediante el cual el cerebro realiza evaluaciones y toma decisiones rápidas – un atajo neuronal si lo desean llamar así – de modo que el cerebro evita el mayor consumo energético que conlleva la racionalización profunda y deliberada (Sistema de pensamiento 2), y en cambio define una respuesta inmediata para hacer frente a una situación específica que le permitirá lograr resultados “satisfactorios”.

Se reconocen diferentes tipos de heurística como la Representatividad, la Disponibilidad o de Ajustes y Anclaje, pero no los saturaré de información pues corro el riesgo que sus cerebros decidan dejar de leer ; )

Cuando las personas comprenden este proceso, comienzan a descubrir cómo su día a día se conforma con una serie de múltiples micro decisiones, las que en una abrumadora mayoría se realizan más allá de la conciencia.

Llegado a este punto, ocurren dos situaciones muy comunes:

Por una parte, toman conciencia acerca de cómo estas heurísticas, NO necesariamente los ha llevado a tomar decisiones acertadas y beneficiosas para ellos. Sin embargo, ¡el cerebro, logra su objetivo asegurando la supervivencia del poseedor de dicho cerebro!

Por otra parte, descubren cómo estas heurísticas -operando detrás de cada decisión adoptada en un día determinado- consolidan lo que se denomina su zona de confort.

El impacto que ha provocado en mis coachees el poder apreciar cómo opera la heurística, los ha motivado y alentado a tomar acción e influir en los resultados que esperan conseguir, esto es lo que en Neurocoaching se denomina alcanzar un mayor estado de poder.

Sin el ánimo de poner el dedo en la llaga, cuando se procrastina o se postergan decisiones, la heurística surge nuevamente como respuesta a estos fenómenos. Nos quedamos en la zona de confort (atajo neuronal), en lugar de hacer algo que nos lleve a un mejor nivel de satisfacción.

Es muy gratificante cuando mis clientes dominan estos conceptos y así alcanzan nuevos estados mentales, que les permiten ser más conscientes de los procesos que subyacen a las decisiones y de este modo, mejorar los resultados que anhelan alcanzar.

Y en tu caso, ¿quién lleva la delantera: el piloto automático o tus decisiones reflexivas?

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